Dejo aquí algunos de los conceptos que nos han inspirado en este taller de danza y naturaleza.
¿Qué nos viene a la cabeza cuando oímos la palabra naturaleza?
Estamos en la sala Lurederra, tumbadas, las ventanas abiertas nos permiten oír el viento y el río. La luz y el calor del sol también se hacen presentes.
Mi cuerpo también es naturaleza, materia vibrante que respira.
El río no es sólo agua, es roca erosionada, piedras redondeadas, tierra, vegetación, molino, cambios de temperatura, insectos… El agua se mueve y suena, se acumula y envuelve, acaricia y enfría. Es juego e infancia.
El bosque es misterio, búsqueda, descubrimiento. Es frescor y envolvente refugio.
El prado es espacio, inmensidad, lejanía y cercanía, visión, foco, libertad y vulnerabilidad.
Toda esta experiencia culminó en una intervención donde el público también fue invitado a entrar y compartir. Aquí yo me permití bailar y sentir y olvidarme de las fotos…
Gracias Koldo Aldai por ofrecernos vuestro claro en el bosque para compartir nuestra danza final.
